Vida y arte se mezclan hace tiempo en la obra de Marcela Trujillo. Sus años punkis, como estudiante de arte de la Universidad de Chile y comiquera de la mítica Trauko, sus andanzas en New York, narradas con ingenio e impudicia en las páginas de The Clinic, hasta los más desgarradores episodios de su vida -expuestos en Diario Oscuro- la artista ha convertido sus experiencias en la materia prima de su universo creativo. Aquellas páginas de cómic, dibujadas con la misma mezcla de libertad y prolijidad que entrega en sus pinturas son lo mismo diario de vida que manifiesto político. Narración y discurso se mezclan con fluidez, al igual que un largo listado de referencias y géneros: el manga, el cine de terror, los libros ilustrados y las enciclopedias juveniles.
Entre la novela gráfica, la ilustración y la pintura, el trabajo de la artista debe entenderse como un cuerpo integral, desplegado en distintos formatos y plataformas. En sus imágenes el discurso visual del s.XX, relata las impresiones de una habitante del s.XXI, que ha sabido evolucionar como artista y como persona.
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