Catalina Mena ha convertido las imágenes y los objetos del espacio doméstico en los materiales esenciales de su creación artística. Lejos de presentarlos como piezas de un puzzle conceptual, la artista los transforma, los recrea. Transita así desde la instalación a la escultura, desde la gráfica a la fotografía, la pintura o el dibujo, guiada por las obsesiones que la empujan a crear. El mundo privado, el hogar, aparecen como sitios en los que habitan conflictos no resueltos, afectos y también enigmas. Como los cuchillos o las mesas que se mantienen suspendidos del techo, exhibiendo sus hilos, la artista no fija la interpretación final que sus imágenes -poéticas e inquietantes- pueden despertar.
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