Radicada en Boston, Daniela Rivera no pierde contacto con Chile ni su realidad. Desde sus primeros años como virtuosa pintora figurativa, la artista ha experimentado -en lo personal y lo artístico- la evolución que traen la investigación constante y la trayectoria. Su obra entera puede leerse desde la relación que el cuerpo establece con el entorno. El espacio íntimo, el territorio, la historia personal y colectiva. Una relación directa, que puede entrañar la nostalgia de la pérdida y la distancia, y a la vez la cercanía ambigua que impone la artista con sus obras. Pintura, dibujo y arquitectura le sirven para construir alertas al intelecto y los sentidos.
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